– ¡Ya llegó su Pachucote! –
Así me vieron mis amigos abriendo la puerta
del Calavazo; el Calavazo era la habitación de uno de mis colegas, el más
querido en aquel momento. Aún recuerdo esas paredes pintadas de amarillo claro
y ese techo que hablaban por sí solos; habían mensajes escritos en rotulador
por todos lados, no había lugar para una sola dedicatoria más, tanta gente había firmado
allí que ni la puerta se había salvado; parecía un libro escrito por toda la
habitación; incluso en el ropero, todo era un texto libre y desordenado, pero
con mucho sentido.
Eran palabras que no se llevaba el viento,
pero se las llevó un derrumbe, cuando años después el yeso se desprendió
del techo; pero del Calavazo hablaremos en otro momento.
Abrí esa puerta en la que se leía “Bienvenido a Zona Puma” y entré; allí estaban
cinco de aquellos amigos, nos miramos y parecía que iríamos a diferentes lugares.
A caso… ¿Era yo un Pachuco?
Mis amigos me miraban de arriba abajo en
especial Mr. Manolo Ramone – ¿Cómo te atreves a vestirte de esa forma y salir
así?, vamos a un concierto de la Maldita Vecindad, no a uno de César Costa –
Me quedé pensando y recordé a César Costa; un cantante mexicano que en los
años sesenta fue el ícono del rock and roll, pero era un rock suave, muy suave,
vino a mi mente su imagen, su peinado, su suéter tejido hasta el
cuello, sus pantalones de tergal y sus zapatitos bien lustrados.
Entonces así me veía yo, fuera de época, Cesar
Costa y Los camisas negras cantaban “Para bailar la Bamaba en 1958”
Vi a mis amigos, Manolo, Paco Delgado, David
Burgos, Karlita y todos vestían de negro; algunos con los pantalones rotos,
mechones verdes o rojos en sus cabellos, sus camisetas eran de grupos y decían
palabras contra el sistema, tampoco eran pachucos, pero eran otra cosa, algo
muy diferente a mí.
Al ver mis zapatos lustrados, mis pantalones
de tela azul oscuro, mi suéter blanco con morado, y mirarme en el espejo, era todo un Cesar
Costa en su juventud. Manolo me sacó de mis pensamientos – Despéinate, rómpete los pantalones, hazte algo –
Manoteaba y lo repetía una y otra vez, los
demás reían y yo me miraba a través del espejo, ese espejo que también tenía escritas muchas frases; las frases decían
mucho, pero no podían ocultar al Cesar Costa que llevaba por fuera.
– Iré así – Dije
Manolo se echó las manos a la cabeza en
resignación y se rió; Paco dijo – Ya vámonos, sino nunca vamos a llegar –
Salieron los cinco y el sexto en discordia;
durante el camino pensé que un verde eléctrico le iría
bien a mi cabello, como el del Joker, esos tintes azul oscuro no me gustaban,
tampoco se estilaban tanto los tatuajes en aquella época, ya nada importaba
de hecho esa noche yo iba a dar otro show.
Recuerdo al grupo que íbamos a ver La
Maldita Vecindad y los hijos del quinto patio, en el año de 1996 eran de los
grupos más grandes en México, era todo un suceso irlos a ver, al menos para mi.
El estilo de Roco el vocalista, era de un
pachuco; un pachuco era alguien de clase baja, que era feo y se vestía mal;
también podía ser un mexicano que vivía en las ciudades del sur de
Estados Unidos en los años cincuenta y defendían su identidad en contra de las
costumbres americanas.
Los pachucos usaban sombrero o tando como
ellos le solían llamar, gabanes largos que junto con el pantalón le llamaban
tacuche; una cadena como de reloj que pendía del bolsillo; tirantes o resortes,
al pantalón le llamaban drape y a los zapatos, calcos, iban encamisados, lisa
era el nombre de esa prenda de cuello triangular y grande. Era todo un arte ser
pachuco, y al parecer eran tan viejos como Cesar Costa. Un momento, estaba yo más
cerca de la época que mis amigos de cabellos pintados, pantalones rotos y
camisetas negras.
Lo más importante aquí es que la Maldita Vecindad
tiene una canción que se llama pachuco y hablaba de un papá que bailaba mambo,
descalificando al rock y a los greñudos, pero un hijo rebelde se lo quería
hacer recordar cuando lo regañaban.
Llegamos los seis a ese recinto. ¿Cuál fue
mi sorpresa? Que los pachucos aún existían, wow, pensé y miré a todos, los
skatos, los darks, los punks, y la reencarnación de Cesar Costa, o sea yo. Vaya
que era diverso el ambiente. Un lugar grande, oscuro, la cerveza se servía en
vasos desechables transparentes, eran enormes. La gente estaba eufórica, pues
un desconocido grupo estaba a punto de abandonar el escenario para dar paso a
la Maldita Vecindad.
Recuerdo el escenario y mucha seguridad, era
excesiva, había un pasillo que separaba al público del grupo y en ese pasillo
bastantes policías, quien cruzaba esa línea lo sacaban a la calle.
Salieron los aclamados con sus hits del
disco Circo; la gente empezó a gritar, a bailar a volverse loca; era como un
manicomio, como si se estuviera quemando el inmueble, como si hubiera el peor
de los terremotos y después se hizo el Slam; golpes vuelos, patadas, llovían cervezas,
personas que se impulsaban y salían por los aires disparadas sin importar a
quien le caían encima. Hasta que llegó una canción llamada Kumbala que trajo un
poco de cordura, pero solo un poco, pues con Pachuco explotó el lugar.
Eran esos éxitos de 1991, llevaban
cinco años sonando y para aquel entonces ya eran un bang. No puedo perder el
momento con mis amigos, yo trataba de encajar, pero el alcohol ayudó un poco,
era un César sin complejos, con el suéter bañado en sudor y cerveza; Manolo y David me vieron y David Burgos
me dijo – ¿Quieres volar? –
– ¿Qué droga es? –
Manolo se empezó a reír y dijo – Volar, así como
vuelan estos que nos están cayendo encima todo el tiempo –
En realidad no quería, pero fueron muy
insistentes, Burgos me dijo que yo era muy ligero, que podía volar muy alto,
impensable.
Me imaginé sosteniendo la lámpara más alta y
que interesante sería ver todo desde arriba, asentí sin pensarlo más, entonces
entre Manolo y David me impulsaron como catapulta y volé.
Volé tan alto que
me sentía como un ave, un ave sin un lugar donde aterrizar; me quería quedar en
los aires, pero las cosas empeorarían al bajar de súbito. Estaba fuera de
lugar, fuera de control y de dirección, cada vez veía más cerca a Roco, el vocalista
de la Maldita, podía aterrizar a sus pies o un poco más atrás, sentía que podía
volar sobre todo, sobre todos, pero de pronto se me acabó el combustible.
Y caí, caí justo antes de aquel pasillo que
custodiaba la policía, caí justo en la barda y a mi paso y por desgracia
aterricé en la cara de una darketa obesa, pensé que le había partido
las narices con mi rodilla. La tipa se desvaneció por un momento, pero la
imagen no era clara, pues el ruido era muy fuerte y los movimientos de tanta
gente muy rápidos. Ella se
incorporó y le iba a pedir disculpas; tocó su nariz
ensangrentada y me dijo – Me rompiste el puto tabique –
Esas fueron sus palabras y después me soltó un
derechazo con su pesadísimo brazo que me impactó en el pómulo sin causarme más
que un tambaleo, yo cubrí mi cara, pues la tipa siguió dando golpes con puño
cerrado mientras me gritaba – Me hiciste mierda el puto tabique –
La gente estaba borracha, drogada, y esta
darketa obesa de pelos pintados de rosa con rojo estaba como poseída, quería
destrozarme la cara. Se acercó más gente al ver la pelea y el Slam se centró en
mí, cuando menos lo pensé, tenía mucha
gente encima, me puse contra la barda y empezaron a llover puñetazos por todos lados.
Entré en desesperación y como pude repartí golpes, a un tipo que se
agachó para derribarme le di un rodillazo y lo mandé al suelo con la cara
roja, pero el tumulto que parecía una estampida lo empezó a pisar mientras este
se ahogaba en un grito lleno de desesperación. Lo estaba destrozando a patadas
y pisotones, fue entonces que se hizo una batalla campal.
Al ver tan mal las cosas empecé a perder el
aire y me impulsé para salir al pasillo donde estaban los policías y que me sacaran
de allí de una buena vez. Pero no pude lograrlo, pues alguien sujetó mi pie con
fuerza y me lo impidió.
Cuando pensamos que las cosas no se pueden
poner peor nos equivocamos, entre quien me sujetaba el pie y los golpes que caían
por todos lados, regresó la maldita darketa maldiciendo y sin poder contener la
hemorragia de su nariz; pero eso poco le importaba, me agarró los pelos y tiró
de ellos como queriéndome arrancar la cabellera.
Mi cabeza se movía en círculos, la tipa me
volvió a tomar del pelo y zangoloteaba mi cabeza como queriéndome dejar
calvo. Solo un lagrimón caía por mi mejilla, no estaba llorando, pero las lágrimas salían
solas con tan fuertes tirones de cabello.
Me quería tirar hacia donde estaban los
policías, entonces tomé todo el impulso, con todas mis fuerzas, pero quien o quienes
sujetaban mi pierna me lo impidieron y anularon toda mi fuerza y fue así como
me dejé caer por debajo de la gente, me dejé llevar por quien tenía
prensada mi pierna en calidad de bulto.
No me veía nada bien, pasé por algunas
patadas y pisotones, pero la gorda ya no estaba, toqué la mano de quien me
tenía prensado y pensé – De esta no salgo vivo –
Esa misma mano me sacó de entre la gente y
me puso a salvo, ayudado por otra mano, los vi, inexpresivo, pero más relajado,
eran David y Manolo.
Se me quedó mirando Manolo y me dijo – No mames, te iban a sacar, que bueno que alcancé a agarrarte –
En ese momento no sabía si darle las gracias
o matarlo, pero no le dije nada, al parecer él no se había enterado
de nada, me llevó a la esquina, allí donde estaban nuestros amigos. Paco,
Karlita, y me quedé mirando a Roco y a su Maldita Vecindad. Atrás quedaba la gorda y
su nariz destrozada, los puñetazos, los tirones de pelo. Solo quedaba un Cesar
Costa con el peinado de Billy Idol y con los ojos acristalados.
Para bailar la Bamba se necesita un poco de gracia, pero para bailar el Slam se necesita… ay arriba y arriba, yo volaré yo volaré… o tu ¿Bailabas mamboooo?
No de verdad no lo puedo creer... te lo pedí en tu blog pasado bro, o seaaaa... en supr buen plan ¿qué es esto? todo este chorizizizizimo tan aburrido para contarnos que fuiste a un concierto que por inmaduro lastimaste a algunas personas que a su vez obviamente también lastiman a otras y que ibas mal vestido???... o sea ¡¿es en serio?!, y literal como tu mismo escribes esstas fuera de lugar, fuera de control y de dirección pero caaaaabron bro, y por eso vine a leer este chorote y ya empezo el debate y yo aquí, da coraje la verdad, en super buena onda bro, trata de analizar tus palabras, checa en donde va ya el choro mareador, y ponle más realismo mas emoción, digo no se si quieres... luego te ayudo o algo bro, neta en super buenisima onda...
ResponderEliminarJdez, excelente observación, sería genial que crearas una versión del relato mejorada, este muchacho necesita ayuda, mucha ayuda, confío en que tu puedes hacerlo mucho mejor, para la ortografía y los signos de puntuación le pedimos ayuda a alguien más, saludos
EliminarRealmente yo haría una historia nueva esa no me resulta ni interesante bro, aparte es tediosa mil perderíamos como el hilo de la historia a la mitad y osoooo polar no no, una nueva y fresca mejor sería mi aportación... y si para la ortografía y signos de puntuación ahí buscamos a alguien mas jajaja!!! yo no y después de leer todo ese choro menos bro jajaja saludos Don Carlos...
EliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminar¡Amo el blog ��!
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